El último sueño argentino

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Foto: Turismo Río Negro

OPINIÓN – Hugo Leandro López Tanco

Con el objetivo de desburocratizar y descentralizar el poder político y separarlo del poder económico, durante la presidencia de Raúl Alfonsín se planteó un proyecto innovador para evitar la megaconcentración que hoy vemos en el conurbano ¿qué pasó con esto?

 

El Proyecto Patagonia y Capital fue un plan presentado en 1986 por orden del entonces presidente Raúl Alfonsín para trasladar la Capital Federal de la Nación al Distrito Federal Viedma – Carmen de Patagones; delimitando una región que incluía a Viedma (capital de Río Negro, ubicada en el margen sur del río Negro) y Carmen de Patagones (la ciudad más austral de la provincia de Buenos Aires, ubicada en la margen norte del mismo río).

La idea perseguía como objetivos:

  • Descentralizar y desburocratizar el poder político y separarlo del poder económico del país, híperconcentrados en el Gran Buenos Aires.
  • Comenzar a solucionar el problema demográfico del país y la despareja distribución de su población.
  • Desarrollar inversiones económicas en el interior del país; no sólo por su modificación poblacional, sino por la gigantesca logística, infraestructura y el acceso cercano a un puerto de aguas profundas.

Si bien se cumplió por otra vía institucional, también implicaba la provincialización del Territorio Nacional de Tierra del Fuego. Esta cuestión conforma un tema en si mismo, inabordable en pocos párrafos.

La épica no estuvo ausente. Se hablaba de la fundación de la Segunda República Argentina. Por supuesto que semejante anuncio no podía estar ausente de la Cadena Nacional, y así pudimos verlo y oírlo el 15 de abril de 1986:

 

“Convoco a los argentinos a crecer hacia el sur,

hacia el mar y hacia el frío”.

La frase de Alfonsín todavía nos conmueve, imaginen cómo tocó a miles de chicos de 20 años que militaban en la JR.

 

Racionalidad + política

El principal motivo para enfrentar un proyecto de esta envergadura era el costo que significaba para algunos países que sus capitales se transformaran en megaciudades imposibles de mantener y administrar. El ejemplo más acabado sigue siendo Francia, donde subsidian la producción agropecuaria para que París no siga creciendo por migración interna.

Los países que adoptaron el federalismo como forma de descentralizar el pode, en general, no administran desde las ciudades más grandes, a fin de poder equilibrar y planificar la distribución demográfica: Brasil, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica. A modo de ejemplos: Brasilia es la cuarta ciudad de Brasil, Washington la sexta de Estados Unidos; Camberra la sexta de Australia. Y, en todos los casos, la decisión de instalar la administración del Estado siempre fue política, económica y estructural.

El caso de Brasilia, inclusive, guarda similitudes con el proyecto que intentaba llevar a cabo Alfonsín, tanto por proximidad en el tiempo, como por actitud política y poblacional, para que la región de los Cerrados (casi inexistente para la mayoría de los brasileños) se visibilizara; sin pensar que años después, el boom de la soja lanzaría a esa región al estrellato.

En términos de gasto público, los cálculos más serios situaban en U$S2300 millones el costo total de la instalación, incluyendo viviendas y servicios conexos; los que trasladados en el tiempo -quizás doce años- suponían unos U$S200 millones anuales. Nada descabellado para semejante proyecto de alcance estructural y definitivo.

Por esos años, el GBA ocupaba menos del 1% del territorio y concentraba el 33,3% de la población (la tercera parte casi exactamente). Pero también producía el 40% del PBI y demandaba el 65% de los servicios. En la actualidad, apenas supera el 1% del territorio y concentra el 36% de la población, produce el 38% del PBI y demanda el 70% de los servicios. Estas cifras indican claramente que la concentración se ha incrementado.

Según algunos demógrafos, de continuar esta tendencia, el GBA para el año 2050; ocupará una megafranja poblada que ocupara casi sin solución de continuidad, desde San Lorenzo en Santa Fe al norte hasta Magdalena al sur y Luján, Navarro y Cañuelas al oeste. Esta megalópolis llegaría a tener 22 millones de habitantes en un país de 50 millones de personas; acaparando el 75% de los servicios, y produciendo el 50% del PBI. Es de una inviabilidad política, social y económica apabullante.

Ya el presidente de facto Lanusse había advertido esta posibilidad, sancionando el Decreto-Ley 19610 en 1972 para trasladar la Capital de la Nación. No es difícil conjeturar qué sucedió con ese decreto cuando asumió el peronismo en 1973.

La elección de Viedma-Carmen de Patagones también se debió a que el gobernador de la provincia de Río Negro, Osvaldo Álvarez Guerrero, en 1985 planificaba trasladar la capital rionegrina a la zona de Alto Valle (se mencionaba a Gral. Roca), motivo por el cual Alfonsín, que ya pensaba trasladar la capital de la Nación a la Patagonia, eligió ese corredor alrededor del Río Negro.

 

El 13 de abril de 1986, el diario Clarín publicó en su tapa que el gobierno iba a trasladar la Capital Federal a Viedma, rompiendo el secreto que se venía planificando desde febrero de ese año. Esto obligó a que se precipitaran los acontecimientos y al presidente a tomar la iniciativa. Así luego de varios días demoledores en Olivos, el 15 de abril se promulgaron los decretos 527 y 528 por lo que se creaban 2 organismos a cargo: La Comisión Nacional para el Proyecto Patagonia y Capital y la Comisión Técnica Asesora en Problemas Urbanísticos, Arquitectónicos y Ambientales

El día 16 de abril Alfonsín viajó a Viedma y a la tarde de ese día entregó el proyecto de la nueva capital al gobernador y legisladores de la provincia de Río Negro. Inmediatamente después se realizó un acto en los jardines del ministerio de economía de la provincia, donde desde los balcones del mismo; 10 000 personas participaron del acto y escucharon el discurso presidencial.

 

 

Apoyos

Juan Pablo II fue invitado expresamente a visitar la Patagonia el mismo abril de 1987; y la diplomacia vaticana aceptó. Fue un hecho inédito. También se sumó con entusiasmo el presidente de Brasil, José Sarney, con quien también cofundó el MERCOSUR. El mandatario brasileño hasta le ofreció asesoramiento documental sobre la creación de Brasilia e inclusive hacer gestiones para que el genial arquitecto Niemeyer diera eventualmente su punto de vista.

Pero también se pronunciaron la Sociedad Central de Arquitectos; Amalita Fortabat se ofreció a donar gran parte del cemento que se utilizaría y públicamente lo hicieron figuras como René Favaloro y María Elena Walsh, dos íconos prestigiosos de la ciencia y la cultura argentinas. Todo parecía indicar que se alineaban los planetas.

 

Donde se cuentan los porotos

Como sucede desde 1983, el justicialismo tenía mayoría en el Senado; y excepcionalmente, el radicalismo en la Cámara de Diputados. El proyecto ingresó al Senado el 30 de julio de 1986 y fue aprobado por la Cámara Alta el 25 de marzo de 1987. Su tratamiento demoró 7 sesiones (decenas de reuniones en comisiones, cabildeos, “arreglos” y promesas). Lo cierto es que el justicialismo, a cargo de la Comisión de Acuerdos, nombró jueces a troche y moche y repartió ascensos a las fuerzas armadas a rabiar, además de las ventajas que se llevaron muchos gobernadores.

En abril ingresó a Diputados y la ley fue sancionada -prácticamente sin cambios- el 27 de mayo bajo el número 23512… fue tan fácil o medió alguna operación “especial”.

Uno de los diputados del justicialismo tuvo el ofrecimiento de una cuantiosa suma de dinero (existían los gastos reservados) que según comentarios muy autorizados era de 30 millones de australes (unos 36 millones de dólares) para repartir en su bloque. Ese mismo diputado reunió a su bloque y les rogó que aprobaran la media sanción, prometiéndoles obras, subsidios y ayudas para sus pueblos de origen. El hecho es que dieron su aprobación. El dinero quedó para quien lo recibió (actualmente es un empresario megamillonario) y a medida que iba pasando el tiempo y no aparecían las “obras, subsidios y ayudas”, Alfonsín pasó a ser un enemigo. Los más agudos y memoriosos advertirán el brusco cambio de humor y la creciente animosidad contra Alfonsín y el radicalismo a partir de ese año.

 

Una sucesión de fracasos

En materia política y económica, el fracaso del Plan Austral y la hiperinflación arrastró al proyecto Patagonia y Capita, pero fueron más una excusa que una causa real. Menem no tuvo interés en continuar una obra que a él no lo haría pasar a la historia, pero el gran fogonero en contra del proyecto fue Álvaro Alsogaray.

Luego se fueron sumando los intereses que defendían y dependían del GBA, los medios de comunicación porteños y de los sectores ligados a los intereses políticos y económicos de la ciudad de Buenos Aires. En un primer momento los diarios Clarín y La Nación acompañaron y apoyaron el traslado pero, al cabo de un tiempo, se alinearon con los sectores opositores del mismo. Comenzaron a verse y escucharse los calificativos “costosísimo”. “faraónico”, “innecesario”.

Vale agregar también el escaso interés de muchos radicales, especialmente de los interventores en algunos canales estatales como Canal 9 mientras otros intelectuales apoyaban el proyecto, como el politólogo Alfredo Armando Aguirre (quien ha escrito numerosos artículos sobre el traslado de la Capital desde el año 1977) y el geógrafo Rafael Garzón, quienes acusaron a los propios funcionarios nombrados por Raúl Alfonsín al frente del ENTECAP de colaborar con los detractores del proyecto.

El ENTECAP también fue un organismo muy cuestionado en aquellos años por gastar demasiado dinero en personal y oficinas en la subsede de Buenos Aires, en vez de funcionar en Viedma donde tenía su sede legal y principal. Como bien define siempre el profesor Oscar Oszlak, cuando un organismo burocrático no se aboca de lleno a su objetivo, intenta generar la necesidad de su propia existencia aunque haya perdido el rumbo (una de las formas de la patología burocrática que me enseño siendo mi profesor en la facultad). También pudiéramos agregar que el propio Alfonsín dejó de visitar el sur y hablar del tema.

Además de una gran frustración, el incumplimiento de este proyecto dejó secuelas negativas y muy profundas en la zona de Viedma y Carmen de Patagones. El solo anuncio del traslado de la Capital Federal provocó una enorme suba de los precios de las tierras e inmuebles ubicados en el área de la nueva capital, los cuales llegaron a valer hasta diez veces más de su valor originario.

Otra consecuencia del proyecto fue la migración de miles de personas y centenares de familias pobres, provenientes de distintas partes del país, que se mudaron buscando trabajo, las cuales prácticamente duplicaron la población de la comarca. Muchas de estas personas se mudaron impulsadas por el ENTECAP, ya que iban a ser los obreros que iban a construir los edificios y obras de infraestructura diagramadas por este organismo.

Pasaron 20 años sin que algún ningún presidente en ejercicio visitaba la ciudad de Viedma, recién en 2008, Cristina Fernández de Kirchner lo hizo y ante una pregunta de un cronista respondió: «sí, me acuerdo, nosotros apoyamos ese proyecto en aquel momento porque la consideramos una medida muy importante».

Después de veintiocho años, el 21 de mayo de 2014, el Proyecto Patagonia y Capital fue derogado por no haber sido incluido en la sanción del Digesto Jurídico Argentino, que es el cuerpo ordenado de las normas argentinas vigentes. Según sostuvo el diario Infobae los legisladores tanto del oficialismo como de la oposición no incluyeron la ley en el Digesto por un olvido o porque creyeron que estaba sin vigencia la misma. Lo cierto es que la mera falta de inclusión en el referido compendio, no importa la derogación de la ley, lo que requiere su previo debate y sanción sobre el particular por el órgano legislativo nacional, conforme dicta la Constitución.

La ley jamás fue derogada por el Congreso. Y aún hoy la Constitución de Río Negro, siendo modificada en 1988, sostiene en un su artículo 11 que “Viedma es la capital de la Provincia”, pero dejará de serlo “cuando se efectivice el traslado de las autoridades nacionales al nuevo Distrito Federal”.

Siendo realistas, la ley quedó en una suerte de limbo legislativo. Esta vigente, pero no se puede aplicar, ya se debatió lo suficiente. Será posible que el único proyecto político trascendente de la Argentina en los últimos 90 años sea ignorado y aún peor, que cuando alguien lo rememora no falta algún gesto de sorna como si solo importara lo contingente, lo efímero… ¿y el futuro? “ah, no se, que hagan cargo los que vengan después, che!”.


La ley

La ley 23 512 declara como Capital de la República a los núcleos urbanos erigidos y por erigirse en un futuro, en el área de las ciudades de Viedma, Carmen de Patagones y Guardia Mitre (70 km al noroeste de estas ciudades). También federaliza un amplio territorio de campos en la zona del Valle Inferior del río Negro, cedidos por las Legislaturas de las provincias de Buenos Aires y Río Negro. El nuevo Distrito Federal tendría una extensión total de 490 000 has (180 000 cedidas por Buenos Aires y 310000 por Río Negro). Se agregaban los pueblos de Cardenal Cagliero, San Javier y Balneario El Cóndor. El 21 de julio de 1987, se disuelve la Comisión Técnica Asesora en Problemas Urbanísticos, Arquitectónicos y Ambientales y se transforma en el Ente para la Construcción de la Nueva Capital – Empresa del Estado o ENTECAP. Fue creado a imitación del NOVACAP, organismo brasileño que en los años cincuenta del siglo XX erigió la ciudad de Brasilia y su nuevo Distrito Federal

la Revista Summa de arquitectura, calculó que la superficie a construir sería de 77,7 millones de m2 entre edificios públicos, viviendas, escuelas, y servicios de salud. Em la primera etapa, se calculaba que se trasladarían 25000 empleados públicos con sus familias; agregando unas 100000 personas a la región, donde vivían 30000. El plazo se estableció en 12 años.